MARRUECOS: UN AVISO IMPORTANTE

 

Definimos a un termómetro como el instrumento capaz de medir la temperatura de un objeto, una sustancia o el ambiente. Todos conocemos que se miden con diferentes escalas, siendo Celsius o Farenheit los más conocidos, pero hay otra escala que a veces pasa desapercibido -Sobre todo por quienes pisan cabezas a diestro y siniestro- y que arde como un sol de verano en la plena ciudad de Sevilla: La ciudadanía en las calles.

Las calles no entienden de sol o lluvia, el termómetro mide el grito, la pena, el dolor de cada uno que se concentra en el lugar y momento concreto -Concreto y perfecto, porque es el único poder que le queda al pueblo- y a veces no será porque no viene avisando que el volcán está a punto de explotar.

Marruecos está siendo el último eco que aprieta la soga del sistema, un eco que ya se inició con protestas de gran relevancia como Nepal, Madagascar o Perú y que como siempre ocurre, el poder mediático acaba silenciando con su lema “Don’t Worry, Be Happy”. Es curioso, un territorio donde protestar es un lujo muy peligroso, amenazado por ser criminalizados, por ser una sentencia de muerte como las tres personas que ya han sido víctimas, se convierte en un acto de supervivencia, aquel que está poniendo en jaque a todo un Mohamed VI.


¿Sus integrantes? Jóvenes de la Generación Z nacidos en el estallido de redes sociales como TikTok o Discord, -Redes que quieren controlar esos defensores de la libertad como Trump o el nazi Musk, ¿casualidad? - hartos de ver crecer estadios y dejar caer hospitales, con negligencias mortales, dinero que se va a mundiales y a bolsillos propios, mientras el pueblo muere en el desempleo más atroz, -Mucho más en jóvenes, las calles lo saben- las promesas solo crean más desigualdad y un grito de auxilio que la política nunca ha atendido. Alzar la voz para reclamar lo básico, suena sencillo y lógico, pero ya se encargaron medios nacionales -Y no tan nacionales, desde España sólo llegan imágenes de destrozos, pobres Bancos, pobre sistema- de criminalizar y hacer orden, su orden, el de acabar la lucha con violencia de verdad, dejando el autoritarismo de siempre, el que sólo el Turismo y Occidente maquillan pero que deja muertos, simples números para algunos.

Ya son cinco noches agónicas y Marruecos comienza a tambalearse como nunca, las dimisiones están dando un paso adelante, el miedo está llegando a las élites y hasta el gobierno cercano a la Monarquía, el Majzén -El que verdaderamente tiene el poder, y no lo que representa los partidos políticos elegidos por su pueblo- sabe que poco a poco va a ceder, porque “ya nada tienen que perder” como comentaban manifestantes en noches anteriores. Otros expertos, sin embargo, no albergan resultados en el corto plazo, al encontrarse el territorio en un periodo de transición en el régimen, con los problemas de salud del rey, o lo que es lo mismo, la libertad va causar víctimas, y posiblemente sigan riéndose de su propio pueblo que lo alimenta.

Suenan campanas de “primavera árabe” una década después, con movilizaciones importantes en territorios cercanos como Argelia, y todo ello empujado con lo ocurrido en Nepal – al menos 21 muertos con la caída del gobierno y el levantamiento de prohibiciones- o Perú, en contra del gobierno de Dina Boluarte, todas lideradas por la Generación Z.

Mientras tanto, Europa mirando impaciente; se levanta por Gaza con un ojo hacia la trascendencia que tendrá estos territorios, y si el movimiento pro palestina también da como resultado una nueva lucha de clases y hartazgo como ocurrió en el 15M en España.

Vienen tiempos difíciles, y la extrema derecha también participa en la balanza de ese descontento, con el peligro que eso acarrea.


Daniel Camacho.

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